VIDEOJUEGOS: ¿JUEGO O ADICCIÓN?
En los últimos años las nuevas tecnologías han invadido nuestras vidas, convirtiéndose los videojuegos en el principal juego de ocio de los niños y adolescentes.
No es fácil hablar de adicciones cuando hablamos de nuestros hijos, pero en numerosas ocasiones nos encontramos con que los niños abusan de los videojuegos, dedicando muchas horas cada día, pudiendo llegar a convertirse en una adicción.

Por una parte, los videojuegos en sí no son malos, siempre y cuando los niños sigan dedicando tiempo a otras actividades y juegos. Entre los aspectos positivos de los videojuegos podemos encontrar:
- Proporcionan mayor habilidad psicomotriz.
- Aumento de los reflejos, más rápidos y eficaces.
- Estimula el razonamiento lógico y la capacidad de decisión.
- Mejora de la memoria visual y auditiva.
Sin embargo, hay que evitar el abuso y que se pueda llegar a convertir en una adicción. Ésta aparece cuando una persona necesita un estímulo concreto para lograr una sensación de bienestar y por lo tanto, supone una dependencia mental y física frente a ese estímulo. En los niños o adolescentes con adicción a los videojuegos hay una fuerte dependencia que hace que dediquen demasiado tiempo a jugar a ellos, dando lugar a una serie de consecuencias negativas. Para que se considere una adicción deben prolongarse en el tiempo, haciendo que el niño o adolescente acabe prescindiendo de cosas importantes de su vida.

“SÍNTOMAS” de la adicción a los videojuegos.
Existen ciertos síntomas de alarma que hay que vigilar en los niños o adolescentes que jueguen de forma excesiva a videojuegos:
Tolerancia al juego. El niño o el adolescente necesita jugar cada vez más, no aparta la vista de la pantalla y no suele atender cuando le llaman.
Abstinencia. Se ponen nerviosos, irritables o con ansiedad cuando no pueden jugar o cuando es el momento de dejar de jugar.
Obsesión. Se obsesionan con determinados juegos, pensando continuamente en éstos aunque estén realizando cualquier otra actividad diaria.
Trastorno del sueño. Pierden el ritmo normal del sueño, apareciendo a menudo insomnio de conciliación ya que se proponen jugar por ejemplo una hora y acaban jugando cinco.
Pérdida de interés en otras actividades que antes practicaban como deportes, juegos con amigos...
Problemas familiares y sociales. Se produce un mayor distanciamiento de la familia, perdiendo comunicación con el niño o el adolescente, con discusiones constantes. También pierden el interés por relacionarse con sus iguales, siendo a menudo sus únicos amigos “online” y que juegan a los mismos videojuegos.
Problemas con los estudios. No estudian lo suficiente porque dedican más tiempo a los videojuegos. Empiezan a suspender exámenes o bajan el rendimiento académico cuando antes no ocurría.
No respetan los horarios estipulados de juego.
Por lo tanto, aunque los videojuegos no son “negativos” en sí mismos, sí lo es un mal uso y abuso de los mismos. Para evitar esto, algunas recomendaciones serían las siguientes:
- Conocer el contenido de los videojuegos.
- Controlar el tiempo de utilización, con normas claras.
- Incentivar otro tipo de juegos y fomentar las relaciones sociales.
- No prohibir ni censurar, ya que puede tener un efecto contrario al deseado.
-No extremar el uso de videojuegos como herramienta de castigo o recompensa.
En los niños o adolescentes en los que, a pesar de estas pautas, persista el abuso de los videojuegos se recomienda pedir ayuda e iniciar una intervención para disminuir su uso, mejorando sus relaciones familiares y sociales.

Manuela Oncina.
Psicóloga. CV09962 Mayo 2019