¿TIENE MI HIJO UNA DISFUNCIÓN SENSORIAL?
Los niños realizan diariamente tareas cotidianas como vestirse, alimentarse o jugar. La Terapia Ocupacional es la disciplina que se encarga de evaluar estas actividades de la vida diaria. Cuando un niño puede realizar de forma adecuada estas tareas, también desarrolla las competencias necesarias para un buen desarrollo global, potenciando su autoestima y consolidando su personalidad.
Sin embargo, si el niño presenta dificultades para realizar estas tareas de la vida diaria, a través de la terapia ocupacional podemos rehabilitar o potenciar las capacidades que están alteradas, siempre a través de actividades motivadoras para el niño, principalmente por medio del juego.
No solo los niños con problemas motrices o cognitivos precisan terapia ocupacional. Muchos niños sin dificultades en otras áreas, no consiguen realizar de forma adecuada actividades típicas para su edad.
Muchas veces, la base de la dificultad se halla en que no está recibiendo o comprendiendo correctamente la información de su cuerpo o del mundo exterior, llamándose a esta habilidad Integración Sensorial.
La Integración Sensorial es la capacidad que tiene nuestro sistema nervioso de canalizar la información sensorial externa que nos llega a través de los sentidos (vista, olfato, audición, gusto y tacto) y la información sensorial interna que nos llega a través del sistema propioceptivo (encargado de informarnos de la posición de nuestro cuerpo) y a través del sistema vestibular (encargado de informarnos del movimiento de nuestro cuerpo en el espacio), permitiéndonos dar una respuesta adaptada al entorno y a cada situación.
Para la mayoría de nosotros, la Integración Sensorial se desarrolla de forma natural por medio de la exploración y la experiencia. Sin embargo, para algunos niños este proceso no se desarrolla de forma eficiente, llegando a dar lugar a problemas de desarrollo, aprendizaje, y conducta.
Muchos niños pueden presentar estar dificultades en Integración Sensorial, siendo posibles señalas de alarma el que nuestro hijo presente alguna de estas alteraciones:
Descoordinación ante juegos típicos infantiles (montar en bici, chutar una pelota,…).
Dificultad para controlar la fuerza de sus manos (rompe juguetes o lápices al escribir, o por el contrario se le caen de las manos).
Dificultad para manejar sus manos (abotonar, ponerse los cordones de la zapatilla, recortar,…).
Gran impulsividad y frustración.
Parece no ver el peligro, trepa, salta y escala por cualquier sitio.
Movimiento constante y sin cansancio.
Respuesta exagerada ante el contacto físico o ruidos cotidianos (secador, ventilador,…).
Miedos extremos ante juegos comunes (columpio, tobogán,…).
Presenta una apatía generalizada por cualquier actividad.
Se tapa las orejas ante ruidos extremos o los ojos ante cierta iluminación.d
Evita alimentos típicos de la alimentación infantil común.
Evita mancharse o jugar con material sucio como plastilina, arena, arcilla o pintura de dedos.
Tiende a caminar de puntillas.
Le molestan ciertos tejidos de ropa o las etiquetas de las mismas.
Se cae o choca con objetos constantemente.
Le molesta que le corten las uñas o el pelo.
No suele quejarse del dolor ante heridas.
Busca el contacto físico; toca, abraza, aprieta y se cuelga constantemente.
Parece siempre enfadado e irascible.
Frecuentemente presenta cansancio y fatiga sin justificación.
Cuando se dan estas situaciones, es fundamental realizar una adecuada valoración por un Terapeuta Ocupacional con formación en Integración Sensorial, valorando si existe una disfunción sensorial e iniciando un tratamiento adecuado de forma precoz.
El tratamiento desde la Integración Sensorial, se fundamenta en el juego, consiguiendo que a través de la exploración del entorno mediante los sentidos sensoriales, surjan actividades y retos que potenciarán las capacidades del niño, disfrutando el niño al mismo tiempo que conseguimos un desarrollo y aprendizaje plenos.
